Con la cultura hebrea, íntimamente relacionada con la árabe, y
que tiene también en la iluminación de los manuscritos un papel esencial el
caligrafismo. La
influencia de esta cultura en el pensamiento occidental es uno de los temas más
apasionantes y difíciles, pero ineludible en una panorámica sobre la tradición
visual, lo que exige un acercamiento, aunque sea elemental, a los puntos más
claros en el fundamento de los artificios que estudiamos.
Junto a la “Torah” (los cinco libros de Moisés) o tradición
escrita, simbolizada originalmente por la sucesión de las consonantes (el “libro
cerrado”), la tradición oral supone el espíritu que, mediante las vocales,
permite la comprensión-lectura de los textos. Esta imagen nos sirve de
fundamento para explicar la tradición oral (Cábala), basada en los maestros
(cabalistas) que interpretan a lo largo de la historia el texto cerrado y
transmiten de generación en generación los sentidos ocultos de la escritura.
Pero los comentarios de los maestros, transmitidos de forma oral, pasan a su vez
a la escritura a partir de la destrucción de Jerusalén; se escriben, por tanto,
entre los siglos I y II de nuestra era. Estos textos suponen la “Mishnah”, a la
que se añade, entre el siglo III y el V, el “Gemarah” y ambos componen el
Talmud. Este es el primer bloque de comentarios de la escritura que se
realiza a partir de la tradición oral. Entre los siglos VI y XII, a modo de
prolongación del Talmud, se redactan los “Midrashim” o comentarios de los
versículos de la biblia.
La “tradición oral” o Cábala va en todo caso íntimamente unida a la escritura, a la “Torah”; es lo que da a ésta su verdadero sentido. Por eso la lectura directa de la Ley está reservada a los maestros de la tradición y es preciso utilizar la ley oral (aunque se encuentre escrita) para comprender la escritura original. La Cábala es entonces el largo proceso de interpretación y transmisión de la Ley (Torah) que convierte en iniciados (cabalistas) a los que la reciben, lo que en definitiva supone, como en otras muchas culturas y religiones, orientales sobre todo, la transmisión del conocimiento.
La “tradición oral” o Cábala va en todo caso íntimamente unida a la escritura, a la “Torah”; es lo que da a ésta su verdadero sentido. Por eso la lectura directa de la Ley está reservada a los maestros de la tradición y es preciso utilizar la ley oral (aunque se encuentre escrita) para comprender la escritura original. La Cábala es entonces el largo proceso de interpretación y transmisión de la Ley (Torah) que convierte en iniciados (cabalistas) a los que la reciben, lo que en definitiva supone, como en otras muchas culturas y religiones, orientales sobre todo, la transmisión del conocimiento.
El misterio de la escritura para los hebreos, como el misterio
del hombre y de la Creación, provienen de Dios y, junto a las consonantes
(cuerpo de la escritura), las vocales constituyen el espíritu, lo que da vida a
la palabra, lo que permite su interpretación. El sentido hermético procede así
del carácter peculiar de la lengua hebrea frente a las occidentales. La
exégesis, el comentario, las claves de la interpretación vienen dadas, y aquí es
donde reside nuestro interés, a través de curiosas formas visuales, de perfectos
caligramas con frecuencia.
El otro aspecto que nos interesa de la cultura hebrea, aparte
ya de la aportación a la ilustración caligráfica y al caligrama mismo, es la
clara tendencia al formalismo retórico de su poesía.
El acróstico tiene sus fuentes, como ya vimos, en la Biblia y
los libros sagrados, pero, además, la literatura profana hebrea es una de las
que como más frecuencia realiza esta forma, entre otros de los artificios que
estudiamos.
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